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Hay personas que dicen que la mejor manera de encontrarse a uno mismo es haberse perdido antes. Otros simplemente creen que es mejor no salirse nunca del camino, pero conseguirlo es realmente complicado, por no decir imposible, ya que el camino nunca es recto, nunca es sencillo, es más bien una ruta siempre zigzagueante y con bastantes desniveles. 

 

Es muy común sentirnos a la deriva cuando no logramos nuestras metas. Nos hallamos perdidos, desorientados, sin rumbo. Así es la vida. Una superación constante de obstáculos e imprevistos, donde es muy sencillo extraviarse. Es en esos momentos, en los que tenemos que detenernos, observar todas las direcciones posibles cuando hemos perdido el norte, y encontrar la respuesta que nos guíe de nuevo en el sentido correcto.

 

Lo curioso de todo esto es que el mundo es caprichoso, y nos da la solución cuando más la necesitamos. Simplemente la vemos brillar, resplandece como si de la estrella polar se tratase para orientarnos, sabes que es la brújula que te llevará a tu meta, y es allí donde por fin podrás ver las luces del norte.

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